La intensa actividad de san Atanasio contra el arrianismo dejó en la penumbra otras facetas del gran obispo de Alejandría, como son sus relaciones con el monacato y su influencia en la espiritualidad monástica.
La Vida de Antonio de san Atanasio se puede considerar como "el documento más importante del monaquismo primitivo". Conoció una rapidísima difusión en breve tiempo y podemos decir incluso que se convirtió en el primer best-seller de la literatura cristiana después de la Biblia.
No se trata sólo de una biografía; es además un modelo de seguimiento de Cristo, una doctrina, un himno a Cristo salvador y un testimonio de comunión eclesial; por ello, aunque Atanasio escribe esta carta a petición de unos monjes, expresa su deseo de que también sea leída a un público más amplio, e incluso a los paganos.
Atanasio escribe la Vida de Antonio siguiendo la vida de Jesús tal como aparece en los textos evangélicos; presenta a Antonio como imitador de Cristo, y recurre también a personajes del Antiguo Testamento, para subrayar algún aspecto de la vida de Antonio.
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"La encarnación del Verbo" constituye la segunda parte de una obra mucho más amplia, que incluye también el tratado "Contra los paganos", y fue escrito por Atanasio, el gran obispo de Alejandría y campeón de la lucha contra la herejía arriana -primer intento histórico de frustrar el designio de Dios en la historia humana, llevado a cabo en la Encarnación., durante su primer destierro, en los años 335-337.
Dirigido a un mundo todavía sin evangelizar, el tratado se refiere a lo esencial, apuntando hacia un exposición orgánica de la dfe cristiana que asume como punto de referencia la manifestación del Verbo en la carne.
El Verbo -dice en sumidas cuentas Atanasio- se ha revelado en un cuerpo para restituir al hombre, creado de la nada y formado a imagen de Dios, la incorruptibilidad y el conocimiento de Dios. O sea, que mediante su cuerpo, el Verbo paga la deuda del hombre pecador y vence a la muerte, volviendo a reconquistar el don de la inmortalidad que transmite a todo el género humano: visión paulina y joánica a la vez, redención rescate, redención como don de la vida eterna. Esto fue posible gracias a la solidaridad del cuerpo de Cristo con nuestro cuerpo, y a su unión con el Verbo, que es la Vida-en-sí. El Verbo salva comunicando su vida a la humanidad.
Se trata de un escrito profundo, vigoroso, ausente de polémicas, síntesis atractivas y convincentes de la fe cristiana, el "De incarnatione" tuvo una gran difusión en la antigüedad y hoy sigue siendo de enorme actualidad, dando un sentido a la exigencia vital de concreción y de huida de la alienación que caracteriza al hombre moderno. Nacido del alma de un auténtico Pastor, el tratado se concluye con una invitación a adentrarse en el misterio de la Encarnación, a través del estudio de la Escrituras y de la pureza de vida.
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Este volumen recoge tres importantes tratados de San Cipriano: "A Donato", "La oración dominical", y el titulado precisamente "La unidad de la Iglesia", que presta su título al libros. Tras la huella de Tertuliano en la literatura cristiana latina, ésta encuentra en Cipriano un continuador y, un nuevo punto de desarrollo que culminará en San Agustín.
Con Cipriano asistimos a un progresivo y más dominante espíritu latino en la Iglesia occidental, al afirmarse un sentido práctico y un mayor interés por la organización y la estructura de la Iglesia.
Cipriano profundiza en la reflexión sobre la unidad de la Iglesia, y traza las líneas maestras de una auténtica teología de esta rica realidad., Su ideal es la unidad: una unidad plena y viva, que el contempla como reflejo de la Trinidad: unidad de todo el pueblo cristiano en torno al obispo; unidad de los obispos entre ellos, que anuden colegialmente los hilos de la comunión eclesial. Esta unidad es para él el gran designio de Dios sobre los hombres, de lo que en absoluto puede prescindirse. No hay cristianismo fuera de la unidad, fuera de la concordia, de la paz, de la unanimidad.
En la trama de unos ideales así es fácil encontrar exigencias y aspiraciones del mundo actual, y aquel rayo de cristianismo genuino que puede dar una respuesta a los problemas del mundo contemporáneo.
El Concilio Vaticano II ha incorporado en sus documentos citas y fórmulas aculadas por Cipriano como, por ejemplo, la de la Iglesia como "pueblo reunido en la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". No existe comentario a la Constitución sobre la Iglesia que no confronte el pensamiento de Cipriano con la elaboración actual del Concilio, sobre todo en lo referente a la colegialidad.
Además, Cipriano se hace cercano a nuestra sensibilidad por su extraordinario amor al Evangelio; hasta el punto de ser llamado "docto evangélico".
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La vastísima obra de Juan Crisóstomo ofrece numerosas reflexiones acerca del sentido profundo del matrimonio cristiano y de la labor pedagógica de los padres de familia Juan retoma una y otra vez una serie de ideas clave a partir de las cuales es posible reconstruir su rica y jugosa doctrina sobre la familia cristiana. Las tres obras que hoy traducimos: el tratado Sobre la vanagloria y cómo deben los padres educar a sus hijos, así como la Homilia XX sobre la carta a los Efesios y la Homilia XII sobre la carta a los colonenses pueden ofrecernos una visión completa y sistemática del pensamiento de Juan sobre este tema.
El empeño del Crisóstomo por dignificar la unión de los esposos y su interés por subrayar la importancia de la educación de los hijos responden al propio afán misionero que siempre impulsó al gran Santo de Antioquía, La unión conyugal significa caminar unidos hacia Dios; educar es formar un cristiano: exhortando en este sentido a padres y esposos Juan pone en el hogar mismo los fundamentos de al fe.
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