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Esta oportuna selección de artículos representa el trabajo de las mejores y más influyentes escritoras que el movimiento feminista cristiano ha generado en Gran Bretaña y en Norteamérica. Va acompañada de una introducción y de unos comentarios de la editora del volumen, Ann Loades. Seguro que recibe una calurosa acogida por parte de quienes desean estar mejor informados sobre la amplia gama de temas teológicos abordados en la actualidad por las pensadoras feministas.

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Es posible estudiar la vida de un hombre desde muchos ángulos. Pero no importa desde que ángulo usted estudia la vida del Sr. Neblett, porque siempre arribará a la misma conclusión: fue un gran hombre, un gran cristiano.
Hay dos cosas que quisiera enfatizar con relación a él. Primero, él se dejó guiar por Dios. Usted tiene que creerlo, de otra manera es imposible explicar sus tremendos logros en muchos campos que que se distinguió a través de su vida tan activa. En innumerables ocasiones tuvo que hacer decisiones impopulares y, vez tras vez, se probó que él había hecho las decisiones correctas. Dios le guiaba. Segundo, quiero enfatizar lo que considero su mas grande logro en su vida. Fue un gran predicador, un escritor distinguido, un destacado maestro, un administrador capaz y un gran pastor. Nos regocijamos en el hecho de que en cada uno de estos campos él se mantuvo en alto, muy alto. Pero para nosotros su más grande distinción está en la influencia que ejerció en las vidas de otras personas a través de sus relaciones personales. Usted no podría estar cerca de él sin ser enriquecido por su personalidad, su carácter, sus convicciones, su integridad, su fe, su amor cristiano, su sabiduría. El señor Neblett ha dejado este mundo, pero por muchos años por venir, él estará trabajando y haciendo bien a través de todos nosotros quienes, durante su vida, recibimos su influencia enriquecedora.

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Pocas noticias nos han quedado de su vida, pero por varios indicios podemos colegir que transcurrió entre los años 250 al 340, tocándoles vivir los tiempos duros de la persecución de Diocleciano y el triunfo de la paz cristiana causado por el Edicto de Milán.
Lactancio escribió mucho, pero no olvidemos que su fama y el interés que puede producirnos su obra se debe a su actividad como escritor cristiano, puesto que sus composiciones anteriores a la conversión, sobre gramática o retórica, a nadie preocuparían. San Jerónimo, en su libro sobre los varones ilustres, nos ha conservado una lista bastante larga de obras de Lactancio, actualmente perdidas.
Una vez pasada la tormenta de la persecución contra la Iglesia, resulta aleccionador recordar la justicia de Dios contra los malvados, enemigos de su nombre.

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El epistolario de Jerónimo, como ocurre con el de tantos autores que han dejado sus cartas como legado del futuro, constituye una clave imprescindible para acercarse a la interioridad del personaje. Las cartas son como una guía que invita y a la vez conduce a través de la experiencia íntima de alguien que, dirigiéndose a personas particulares, sabe dar a lo escrito el valor universal de los privado.
Son cuarenta y cinco años aproximadamente de actividad epistolar, señalados por un visible escalonamiento en la maduración humana y espiritual de Jerónimo. Su correspondencia, que comprende un centenar y medio de cartas, comienza por los años 374 o 375, y termina con seguridad el mismo años de su muerte, el 419.
Por lo que respecta a los contenidos, Jerónimo cultiva cuatro campos fundamentalmente: el de la amistad, el exegético, el dogmático y el ascético. No siempre será fácil clasificar una determinada carta en un capo determinado.
Con frecuencia se trata de escritos que sobrepasan generosamente los límites materiales del género epistolar. Por eso, ante las cartas de Jerónimo cabe preguntarse si se puede realmente hablar de "cartas". De lo que no cabe duda es de que, cuando Jerónimo escribe una carta, escribe para ser leído por muchos. No sólo eso, escribe con la vista puesta en el futuro, y no se recatará de citar alguna vez a sus corresponsales el "te dedico un monumento más duradero que el bronce", de Horacio. Si se tiene en cuenta el esmero estilístico y el esfuerzo que Jerónimo pone en su correspondencia, ¿qué otra cosa podría querer un escritor nato como él que ser leído por muchos?
Su relación epistolar se extiende a toda Europa. Desde que Jerónimo se establece en Belén, Roma hará de cabeza de puente para la difusión de todos sus escritos. Normalmente allí desembarcaban las cartas de Jerónimo, y desde allí serán remitidas a todos los rincones del Imperio.

U16202 

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