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Los asesinos de la gracia están por doquier. Los encontramos en el lugar donde trabajos, en nuestro vecindario y a veces inclusive en nuestro hogar. Y lo que es bien triste, aún se encuentran en nuestras iglesias. Estamos rodeados de personas que critican, condenan y derrumban cualquier esperanza de una vida llena de gozo. En las palabras del autor: "Muchas de las personas que deberían estar predicando el evangelio de la gracia se han convertido en implacables jueces que acusan a todo aquel que no se ajusta a su manera de pensar."

Hay una alternativa a la larga lista de "No haga esto" y "No haga aquello", y a andar por la vida con el rostro serio. Y esa alternativa es la libertad que experimentará cuando viva en la maravillosa gracia que el Hijo de Dios quiere derramar abundantemente en la vida.

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En un sentido es cierto que el Libro de los Hechos es uno de los más importantes del Nuevo Testamento. Es una verdad muy simple que si no poseyéramos el Libro de los Hechos no tendríamos ninguna información acerca de la Iglesia primitiva, aparte de lo que podemos recoger o deducir en las Cartas de Pablo. Hay dos formas de escribir la historia. Está la forma del analista, en la cual se intenta seguir el curso de los hechos semana a semana y día a día; y está la forma en el que un escritor, por decirlo así, abre una serie de ventanas, y nos da vívidas visiones de los grandes momentos y personalidades del período. El Libro de los Hechos sigue el segundo modelo. Generalmente hablamos de Los Hechos de los Apóstoles. Pero el libro no da ni pretende dar un relato exhaustivo de lo realizado por los apóstoles. En Hechos 12:2 se nos dice en una oración breve que Santiago, el hermano de Juan, fue ejecutado por Herodes. Juan aparece en el relato, pero nunca habla. El Libro solo nos da una información real acerca de Pedro, y muy pronto, de personaje principal, sale de la escena. Pero en griego no existe Los Antes de Hechos; el título correcto es Hechos de Hombres Apostólicos; y lo que Hechos pretende hacer es darnos una serie de hazañas y aventuras de las grandes figuras heroicas de la Iglesia Primitiva.

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El Evangelio de Lucas ha sido llamado el libro más encantador del mundo. Una vez un estadounidense le pidió a Denney que le recomendara un buen libro sobre la vida de Cristo, a lo que éste respondió: "¿Ha leído usted el que escribió Lucas?".

Existe una leyenda según la cual Lucas era un hábil pintor: hasta hay un cuadro de María en una catedral española que se dice ser de él. Ciertamente captaba muy bien las cosas vivas. No sería demasiado desacertado decir que el tercer evangelio es la mejor vida de Cristo que se ha escrito. La tradición ha creído siempre que Lucas es el autor y no tenemos ningún escrúpulo en aceptar la tradición en este caso. En el mundo antiguo era común adscribir los libros a nombres famosos; nadie lo veía mal. Lucas era un gentil; y tiene la distinción de ser el único autor del Nuevo Testamento que no es judío. Era médico de profesión (Colosenses 4:14) y quizá ese mismo hecho le otorgara la gran simpatía que poseía.

Se ha dicho que un pastor ve lo mejor de los hombres; un abogado ve lo peor, y un médico los ve tal y como son. Lucas veía a los hombres y los amaba. El libro fue escrito para un hombre llamado Teófilo. Se le llamaba excelentísimo Teófilo, tratamiento que se daba muy interesada; y tuvo éxito en dar a Teófilo un cuadro que debe haber acercado su corazón aún más al Jesús del cual había oído.

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