El criterio de selección de estos cinco artículos ha sido el de dar una respuesta teológica en el momento que termina la década de los años 70 y se inicia la nueva década de los años 80. Una camino de década invita siempre a una reflexión en profundidad, pero en este caso hay algo más: las dos décadas pasadas están enmarcadas por dos revoluciones latinoamericanas: 1959 Cuba y 1979 Nicaragua. Entre medio hemos vivido el Concilio Vaticano II y las Conferencias Episcopales de Medellín (1968) y Puebla (1979). No podíamos iniciar la década de los años 80 sin meditar sobre estos veinte años transcurridos. ¿Cómo evolucionará la historia de América Latina y la Iglesia en estos 10 años que tenemos por delante? ¿Tenemos temor o esperanza? El temor paraliza y embrutece. La esperanza es fuente de fortaleza, alegría e inteligencia. La respuesta teológica que busco dar en este trabajo quiere modestamente ofrecer algunos elementos para destruir el temor y construir la esperanza. La Teología de la Liberación, tal como yo la entiendo en los cinco artículos que aquí presentamos, nos muestra un camino de esperanza para los años ochenta. No es un camino fácil y será ciertamente un camino marcado por el dolor y el martirio. Pero no por eso deja de ser un camino de esperanza y este libro quiere ser un testimonio de que empezamos ya a marchar por ese camino de esperanza con seguridad, audacia y lucidez profética. No vamos hacia lo desconocido. Sabemos lo que nos espera y lo que debemos construir.

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El objetivo de este estudio ha sido triple.

1. Encontrar en el Nuevo Testamento la importante contribución de mujeres en la obra de la primitiva iglesia cristiana.

2. Destacar el respeto, aprecio y amor que Jesús tenía para con las mujeres.

3. Llamar la atención al medio ambiente machista del tiempo neotestamentario, un medio ambiente con prácticas, normas e injusticias, de las cuales los autores del Nuevo Testamento no estaban excentos.

Si parece que este tercer objetivo haya recibido atención desproporcionada, eso será uno de los resultados del estudio, más bien que el propósito del autor.

No se pretende tampoco que ésta sea la única, ni la mejor manera de estudiar el Nuevo Testamento. Hay estudiarlo en todas las maneras. Sólo se pretende que ésta se una, con posibles resultados positivos.

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¿Qué quedará de la teología de la liberación dentro de algunos lustros? Muy poco, de acuerdo con el autor, si no se libera la misma teología. Esto es, si no se introduce la liberación en el método de hacer teología. El teólogo es hoy en día un profesional, como el abogado o el médico. ¿Qué intereses sirve? El autor sostiene que no basta con que hable de liberación si no es consciente de esos intereses y de cómo pesan en su obra por abstracta y neutra que parezca. Si la teología es hoy una profesión liberal, una cátedra en un seminario o universidad, fue algo muy diferente en manos de los profetas o de Jesús. Fue un instrumento no solo "religioso", sino social y político peligrosos para la paz de muchos. ¿Por qué ha ido perdiendo su crítica, su mordiente, su explosividad, para volverse una ciencia académica, miedosa ante la realidad socio-política? Un estudio de las garantías que exige su cientificidad mostrará que cuando habla de liberación, o dice generalidades o, si opta concretamente, no se la toma en serio.

Con la teología académica de hoy, tan parecida a la esgrimida por los fariseos, Cristo jamás habría sido reconocido como el Mesías de Israel. Los problemas de la actual realidad latinoamericana. le sirven al autor para analizar tanto las actitudes teológicas en nuestros continente, como el juicio que merecen a la erudita teología europea o norteamericana. Este libro es el resultado de un curso dado por el autor en la cátedra de Estudios Ecuménicos de la Divinity School en la Universidad de Harvard.

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La Biblia es la Palabra de Dios. Tal es la fe común de los cristianos de todas las confesiones, y por lo que hace al Antiguo Testamento, también de los judíos. La palabra y la acción son las principales formas en la que una persona se expresa o se revela a sí misma. Dios se ha revelado por su acción en la Naturaleza y en la Historia, y por su Palabra. Dios actúa. Dios habla. En eso se resume lo que llamamos la Revelación.

U13901

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