Este libro ofrece argumentos acumulativos en favor de una comprensión innovadora del dogma central del cristianismo: Jesús, el Cristo. La encarnación tiene en este libro un sentido religioso profundo, y sin embargo no es comprendida de un modo literal metafísico, sino como una metáfora específica del cristianismo, como forma cristiana de responder humanamente a la realidad trascendente última que llamamos Dios. Esta forma cristiana es una entre otras en el mosaico humano de las religiones. Así, John Hick ofrece, en un solo libro., una relectura saludable del cristianismo y una propuesta saludable del cristianismo y una propuesta vigorosa, filosóficamente a partir de una actitud rigurosa de honestidad intelectual.

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Estas exposiciones se encuentran completadas por una introducción bíblica (Pastor Dumas), a las cuales se ha añadido en este volumen la investigación de un teólogo (Blanquart) sobre una forma tan aguda y tan actual de violencia: la revolución.

Este conjunto no constituye una teología moral sobre la violencia. Solamente trata de reunir los materiales y sugerir algunas orientaciones que permitan su elaboración Nos parece que constituye una etapa primera, absolutamente necesaria, y que es, más aún, una aplicación del método gracias al cual la teología morar podrá encontrar su porvenir.

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Hablar de "violencia de los cristianos" puede parecer dolorosamente ambiguo y peligroso.

Porque los cristianos a través de la historia han sufrido la violencia, pero también la han empleado y son ahora los primeros en lamentarse de ello.

Porque todavía está difundida una versión exclusivamente intimista y escatológica del evangelio, que lleva ciertamente a las revoluciones... pero solo interiores. Porque existen masas llamadas cristianas, que están tranquilamente integradas en un sistema violento.

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En la Parte I, para la investigación filológica del término "bautizar", hemos seguido la ruta antigua, aunque no es una mera copia de los libros de antaño. En cambio, la exégesis del vocablo "sepultados", de la Parte II, es más moderna. Debemos prevenir a los lectores que no siempre está calcada sobre la terminología de sus padres, aunque esperamos recibir la aprobación de los hijos. Entendemos que está de acuerdo con las enseñanzas del Salvador, y de su gran apóstol; magnifica y glorifica el evangelio de Cristo y, - aunque es de menor importancia -, es "ortodoxa".

Nos oponemos a lo que creemos ser erróneo. Sin embargo, esperamos que las personas que difieren con los pintos de vista aquí presentados, puedan leer esta exposición sin ofenderse, si es que no se convencen. ¿Acaso no somos todos un mismo cuerpo, y un espíritu, y no tenemos todos un Señor, una fe y un bautismo?

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