La historia del renacimiento de la lengua hebrea se halla estrechamente ligada al despertar nacional del pueblo judío. Proclamada la independencia del Estado de Israel, etapa culminatoria de un largo proceso histórico, resultó natural que se decidiera adoptar el hebreo como lengua nacional del flamante estado. A nadie parecía inquietar el hecho de que se trataba de uno de los idiomas más antiguos del mundo, con más de 3500 años de existencia, impropio quizá para los menesteres de la vida moderna. Los constructores de la nueva nación, continuadores de una tradición milenaria, habían acuñado una frase memorable: "Aquel que no cree en milagros, no es realista", que decidieron aplicar con el hebreo, contra toda previsión lógica. Su tenacidad y entusiasmo lograron lo imprevisto: la implantación, como idioma de uso corriente de un pueblo y de un estado, de una lengua que había sufrido un eclipse de veinte siglos y que sin embargo jamás se vio desvinculada del destino del pueblo judío. El idioma que los filólogos habían declarado irremediablemente muerto, había renacido, vívido y pujante como el pueblo que lo cobijara desde sus albores y que creó con él imperecederos monumentos literarios, entre los cuales se destaca la Biblia, el libro que mayor influencia ha ejercido sobre la humanidad.
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El objeto de este librito es ayudarnos a comprender mejor y más profundamente el contenido de la Carta a los Filipenses. Para ello hemos querido precisar el sentido del texto original. Nuestra intención primera fue preparar simples notas comparativas entre las diversas versiones castellanas, cotejándolas con el griego. Pero luego hemos seguido el consejo del Dr. Arturo Wesley, quién tuvo la gentileza de revisar directamente con el griego dichas notas, en el sentido de presentar el texto bíblico en forma completa, utilizando como base una de las versiones, haciendo luego las anotaciones pertinentes para mejorarla aún. Indiscutiblemente la versión de Valera es por la superior de todas en cuento a idioma se refiere; pero por haber sido realizada con anterioridad al descubrimiento de antiquísimos manuscritos, no ha podido incorporar en sus trabajos algunos detalles que dichos documentos han traído a la luz.
En nuestra sociedad, la mujer cada vez va siendo más y más explotada en un doble sentido; a causa de su pobreza y a causa de su feminidad.
Sin embargo, hoy más que nunca, los esfuerzos que la mujer explotada hace para caminar con paso firme son evidentes, sobre todo cuando se unen para caminar hacia el logro de su dignificación.
A ellas está dedicado ese número de Esperanza en Camino. Sugerimos que no nos lean de prisa los que no conocen bien la realidad latinoamericana. Aquí el machismo es imperante. No se trata de que la mujer deba liberarse sola ni de crear un movimiento feminista para la liberación. Tampoco es tarea sólo del hombre. Esta es una tarea de todos. Y en dicha tarea es necesaria la integración hombre-mujer para la transformación actual.
En este desafío hay un camino viable que encuentra una salida al problema que nos enfrenta. Por supuesto ese camino está en el evangelio. Y el ejemplo de Jesucristo lo ratifica. De modo que si leemos bien el Evangelio ¡somos dichosos!
Todas las mujeres son hijas de Dios y por muy desdichadas y despiadadamente usadas que sean ¡también son personas! Tienen iguales derechos que el hombre, tales como el derecho a la vida, el derecho a la disposición de su dignidad y a la igualdad de condiciones con el hombre.
Todo se manipula, se distorsiona, y la mujer sigue siendo víctima de abusos, de persecución.
Gerhard von Rad, universalmente conocido por su "Teología del antiguo testamento", ha publicado también, junto a sus comentarios al Génesis y al Deuteronomio, una serie de trabajos de investigación que se pueden considerar como absolutamente magistrales. Gran parte de ellos aparecen ahora en castellano reunidos en este volumen.
Por su amplitud y el eco que han suscitado destacamos los dos siguientes: "El pueblo de Dios en el Deuteronomio", que constituye el mejor esfuerzo por detectar la esencia de la identidad religiosa de Israel, y "El problema histórico-formal del Hexateuco", donde se analizan las tradiciones y labor redaccional de los libros que van del Génesis a Josué y se asientan las bases de todo el estudio posterior del Pentateuco. Con ellos resaltamos otros trabajos que de un modo en parte definitivo han precisado la intención teológica de autores o documentos como el Sacerdotal, el Deuteronomista o el Cronista. De gran precisión y nitidez histórica son los estudios dedicados a la historia de David, la tierra prometida, el éxodo y el arca, la ciudad santa de Sion o las llamadas confesiones de Jeremías, etc. Se incluyen finalmente unos trabajos de carácter más teológico sobre la fe y la creación, la visión del mundo y el valor que tiene una lectura actualizada, tipológica del antiguo testamento.
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