"Estamos realmente ante un progreso en teología? Creo que la teología desde sus inicios ha venido progresando, como todo saber humano, a la búsqueda de mayor amplitud y liberación; pero avanzar implica adelantar, manteniendo fidelidad a determinadas normas.Diría que mas bien que avanzar, desde hace algunos años, busca plena independencia y corte con el pasado. La estructura dogmática y autoritaria que sometía al hombre, parece haberse invertido en una actitud humana, fiel a si misma, indisciplinada a la autoridad en cuanto autoridad y al dogma en cuanto dogma."
Pero si los teólogos se han liberado de la férrea tutela de los dogmas no ha sido para dejarse apresar en sistemas o doctrinas pasajeras. La teología reconoce la influencia de las corrientes de pensamiento más importantes de su época pero expresa a un hombre libre en un cosmos del cual se responsabiliza. Por esto si en muchos aspectos se empareja con la filosofía, siguen rumbos distintos. La filosofía descansa en la racionalidad sin adelantarse en posibles acasos o trascendencias, en cambio la teología aspira a una plena liberación. Si bien descansa en el hombre que es terráqueo, está dotada de una imaginación que ignora límites.
Este libro no es una obra de teología que argumente a favor de determinadas creencias. Luis Farré expone e interpreta doctrinas de nuestra actualidad. Recoge la palabra de los teólogos cristianos porque considera que éstos son los que conviven con nuestra cultura, y selecciona entre éstos los que considera más representativos.
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Es probable que ningún libro de la Biblia haya suscitado entre cristianos tanta controversia acerca del futuro como El Apocalípsis de San Juan. Lamentablemente, con demasiada frencuencia se ha permitido que la especulación de algunos intérpretes opaque el mesaje cristocéntrico de este sorprendente libro qcon el cual se cierra el Nuevo Testamento. El presente comentario tiene la gran virtud de dejar que Juan de Patmos, el inspirado vidente del primer siglo, comunique su palabra de esperanza, sin imponerle ningún sistema escatológico rígido y sin minimizar la importancia que esta palabra tiene para la vida actual de la Iglesia. Este comentario junta la seriedad exegética con una profunda preocupación por la pertinencia del mensaje profético a la situación del mundo contemporáneo, con especial referencia a América Latina, y ofrece al lector valiosas pistas para interpretar la historia a la luz de la Palabra de Dios.
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En este libro el profesor Berklof se ocupa de la doctrina del Espíritu Santo. Lo notable de su contribución es indudablemente su disposición de tomar en consideración tanto la tradición cristiana como las grandes preguntas que ahora afectan a todas las iglesias. Por ello este libro también es muy buen resumen de la situación actual de la iglesia. Pero ofrece mucho más que eso; el tema central gira en torno al problema: ¿Dónde empezar, cuando queremos meditar el lugar del Espíritu Santo?¿El individuo o la iglesia?¿La iglesia o la misión de la iglesia?¿La experiencia carismática o los actos litúrgicos de la iglesia?
Ocupándose de todas estas preguntas H. Berkhof ofrece su opinión personal. Encontramos en este libro una valiosa contribución a la conversación teológica actual.
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