"Apurando la Historia" es más que una selección de las reflexiones teológicas de Hugo Echegaray, aparecidas en diversos números de la revista peruana Páginas. Es un homenaje y un recuerdo a este teólogo peruano al año de su muerte.
Los que le conocimos tenemos el privilegio de ser testigos de un creyente en la amplitud y hondura práctica de su vida. Porque él hizo de ella una permanente respuesta al Evangelio según las urgencias que el proceso liberador de los oprimidos y explotados demandaba en cada instante. De ahí que gustara meditar en el Salmo 31: "...en sus manos están mis tiempos" (v. 6a) y al a vez luchara, con su práctica pastoral en una parroquia popular de Lima y su quehacer teológico, para "apurar la historia", como él mismo decía.
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El señor Smith ha hecho bien al proponerse en su corazón, valiéndose para ello de su pluma, presentar ésta y otras pruebas ácidas del cristianismo vigorizador. El autor de esta obra no puede concebir al cristianismo como un simple credo que ha de aprenderse de memoria y conservarse únicamente para el culto dominical. Para el Dr. Smith el cristianismo es una vida creada por una persona y concentrada en ella, esa persona es el Señor Jesucristo, quién emplea al individuo en un mundo donde impera el pecado, pero al cuidado de Aquel que es poderoso para salvar.
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Jesucristo fue el hombre de mayor grandeza de todos los tiempos. No hay figura histórica alguna que pueda compararse con Jesús. Rendimos justo homenaje nuestros grandes estadistas, libertadores, literatos, pensadores y filántropos. Pero me atrevo a afirmar que al más devoto de sus admiradores jamás se le haya ocurrido comparar a su ídolo con Jesucristo. Hacer un parangón semejante sería de lo más injusto. Al contrario, el elogio mayor que podría decirse de cualquiera de éstos u otros cualesquiera sería que en esto y esto y esto otro se parecía a Jesús, o que seguía, en eso o aquello, en las huellas del Divino Maestro.
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