Muy poco se ha conocido de la obra de este autor en lengua castellana. La escuela "personalista", a la que adhirió en su juventud, fue eclipsada en nuestras latitudes por los esplendores del existencialismo. Pero hoy, cuando la atención del pensamiento filosófico se vuelve hacia la teoría de los significados, hacia la reflexión sobre el símbolo, hacia la hermenéutica. Paul Ricoeur es retomado y leído con avidez. Su "hermenéutica" se ofrece como una posibilidad sistematizadora de las interpretaciones; de ahí que sea necesario aplicarla a las diversas ciencias de lo simbólico: el psicoanálisis, el estructuralismo, la fenomenología y la teología. Tenemos, en esta obra, el principio de una tarea mucho más extensa, mediante la cual sería posible adentrarnos en un territorio del pensamiento donde se habría superado "el conflicto de las interpretaciones".
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Cuando la escatología (la "profecía") se separa del resto de la teología, de la historia de la salvación y de la misión de la Iglesia, de hecho pierde su sentido o asume un sentido errado. En vez de ser la culminación consecuente de un largo proceso de fe y misión, los "eventos del futuro" se reducen a espectáculos sensacionales sin el profundo sentido que revisten en la Palabra de Dios. Pero Dios no hace nada sin sentido, y los diferentes aspectos del prometido futuro tienen que entenderse a luz de su propósito específico, su por qué y su para qué. De otra manera, quedan simplemente como episodios extraños que sólo mitifican el futuro y ofuscan el sentido de la historia y la misión.
Existen muchos libros de escatología que estudian los diversos temas del futuro, pero no los incorporan en el conjunto del sentido de la fe y casi nunca los relacionan con la misión de la Iglesia. Recíprocamente, los libros de misionología hacen poca referencia a la escatología.
En este libro intentaremos exponer los puntos esenciales de la visión bíblica del futuro, no sólo en su significado para la coherencia integral de la fe cristiana, sino también específicamente con referencia al llamado misionero para el pueblo de Dios aquí y ahora.
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El apóstol Pablo nos anuncia que es el propósito de Dios reunir todas las cosas bajo la soberanía de su Hijo, Jesucristo. Este objetivo, que es la meta de la Historia, encuentra particular expresión en la unidad de la Iglesia, primicia y modelo de unidad final. Dos temas, por lo tanto, de fundamental interés y actualidad para el quehacer teológico: tales los que se discuten detalladamente en este libro. Partiendo del concepto bíblico de anaquefalaíosis, e investigando sus relaciones con las imágenes de "cuerpo", "tiempo" y "esposa", el autor nos invita a seguirlo en un cuidadoso itinerario analítico a fin de tomar posesión plena del mensaje neotestamentario en uno de los aspectos sobresalientes.
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La Conferencia Mundial de Iglesias que tuvo lugar en Merbourne estaba centrada en el tema de "La Misión en los Ochenta", bajo tres aspectos: cristológico, eclesiológico y metodológico. Cristológico, en cuanto que todo lo que hacemos o decimos en relación a la misión, está basado en la revelación final de Dios en Jesucristo. Hablar del Reino de Dios es hablar de Jesús; predicar a Cristo, es proclamar el Reino de Dios. Eclesiológico, en el sentido de que si uno no puede hablar seriamente del Reino de Dios sin referencia a Jesús de Nazaret, histórico y crucificado, entonces aquellos que hoy pronuncian a claramente su nombre y viven en continuidad histórica con él en una comunidad centrada en su mesa, tienen un papel fundamental que cumplir. Metodológico, en cuanto se intenta delinear las consecuencias de lo que significa ser enviados en misión por el Señor resucitado y ascendido, como discípulos del Jesús crucificado que han recibido el poder del Espíritu Santo.
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