El ser protestante hoy, es el ser creyente pobre, antológico al sistema de dominación, que intenta desde una cultura desde la pobreza material, pero sobre todo desde su dignidad, su fe y compromiso generar una cultura de la liberación, de la solidaridad, y la no violencia. Esta opción se hace evidente en la revolución sandinista y en nuevas formas y contenidos de trabajos en los actuales procesos de transición.
El espíritu de la identidad protestante es la fe en el único Señor de la historia y de la vida, y el amor a la libertad. En la nacionalidad protestante, la salvación que viene de Dios, no está condicionada a nada por lo tanto, él o ella es libre para actuar, y es libre para crear. Por lo tanto, es de suponerse que algo nuevo pueda engendrarse.
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