Los milagros que nuestro Señor Jesucristo realizó en la tierra hicieron un impacto formidable en la vida de los dichosos ciegos, cojos, paralíticos, endemoniados y muertos en los cuales los produjo. Pero para nosotros, pobres mortales del siglo XX, están revestidos de un sentido simbólico que muy bien haríamos en analizar. Si los miramos bien, cada uno de los milagros es como una parábola, como una parábola vivida. cuando comprendemos esto a cabalidad, aquellas portentosas demostraciones del poder de Dios nos hablan a gritos de una vida mejor, más cerca del Señor y nos hacen cambiar. Es como la repetición del milagro.
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