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Lunes, 14 Agosto 2017 16:27

La tumba de Dios / Adolfs, Roberto - Donación Ana Rita, Carlos, Rubén Pagura Alegría

Intranquilidad, temor y pesimismo caracterizan hoy a los cristianos. Las marcas del tiempo son inequívocas. La cristiandad de la Iglesia está declinando. La gran disminución en número no es, en sí mismo, la señal exclusiva de un declinar espiritual. Lo que realmente perturba es la forma en que disminuye el significado del cristianismo en el mundo. Se afirma abiertamente que ni la cristiandad ni la Iglesia son ya relevantes en nuestra sociedad secularizada.

Adolfs cree que estos enfoques son insuficientes -como vívidamente lo hace él- que es la misma Iglesia la que priva al mensaje cristiano de su significado. En el decurso de la historia, quizás por una necesidad ineluctable, la Iglesia desarrolló un sistema feudal de gobierno y estructuras de poder que no dimanaban de su esencia intima sino de su contacto, en situaciones críticas, con el mundo secular. El resultado es que el rostro de la Iglesia hoy oculta la presencia viviente del Señor Jesús, que debería revelar.

¿Qué hace ante esta situación? El evangelio nos habla de dos clases de tumbas: los sepulcros blanqueados de la hipocrecía y el afán de grandezas mundanas y la tumba vacía del Cristo de la resurrección. Las primeras esterilizan y matan, en torno a la segunda nacieron la esperanza y la Iglesia. Si la iglesia quiere aún tener un futuro, debe vaciarse también a sí misma por la renuncia a todas las formas de poder, de la ostentación y del dominio. Solo así, convertida en la Iglesia del servicio, vacía y anonadada como su maestro, será aún el tiempos presentes y por venir. ¿Cómo orientarnos hacia esta Iglesia del futuro? Por cierto que no se logrará ni con "medidas" ni con reorganización. Será por sobre todo el resultado de un cambio en el corazón, de una conversión, de una nueva mentalidad.

U13338

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