La característica más notable del Evangelio de Juan es que más que informar lo que hizo Jesús, revela quién era él en ultima instancia. A ello se dedica explícitamente el prólogo, en donde se presenta a Jesús como la eterna palabra de Dios, hecha hombre y viviendo entre los hombres. Sus milagros son signos o señales que revelan esta esencia de su persona. Sus discursos, que explican lo revelado en los milagros, se valen de símbolos como el agua, el pan y la luz, para expresar el don de la vida eterna que Dios otorga por medio de Cristo, un don que reciben ahora mismo, en esta vida, aquellos que responden a Jesús y le reconocen como el camino, la verdad y la vida. Los caps. 13-17 ofrecen amplios y preciosos datos sobre el íntimo compañerismo de Jesús con sus discípulos la noche de su arresto, su plegaria de intercesión por ellos y las conmovedoras palabras que les dirigió para prepararlos y alentarlos ante la proximidad de su arresto y crucifixión.
En este evangelio se citan grandes "Yo soy" de Jesús: "Yo soy" el pan de la vida, la luz del mundo, la puerta del redil, el buen pastor, la resurrección y la vida, el camino, la verdad y la vida, y la vid verdadera. Es también este evangelio el único de los cuatro que declara explícitamente cuál ha sido el propósito con el cual se escribió: para que quienes lo lean crean que Jesús es el Mesías prometido, el Hijo de Dios, y que por creer en él tengan vida.
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