"Jesús se puso a recorrer las ciudades y los pueblos, predicando y difundiendo la Buena Nueva del Reino de Dios, acompañado de los doce y de algunas mujeres..." (Lc 8, 1-2). Nuestro Señor fue quien otorgó nuevamente a la mujer el lugar que le corresponde por la dignidad que la había dado el Creador.
La Iglesia primitiva, siguiendo el ejemplo de Jesús, no dejó a un lado la presencia de la mujer; la colocó a la par del hombre, por su igualdad ante Dios. La mujer, que era considerada por el hombre como parte débil, de condiciones inferiores, tentadora o hasta identificada con el Tentador, y continuadora de Eva, la mujer que continuamente busca seducir al hombre, con la presencia del cristianismo, comienza a recuperar su dignidad en la sociedad, en la familia y en la Iglesia, no como un peligro para el hombre, sino como su verdadera compañera en el camino hacia la vida eterna. Los Padres han buscado recuperar a la mujer, haciendo ver la grandeza que contiene dentro de si, conferida por Dios. Su secreto de grandeza es la dignidad espiritual y no la apariencia externa. La mujer, entonces, pasa de seductora del hombre, a María reconciliadora, colaboradora con el plan salvífico de Dios. La mujer, así, será igual al hombre en la vivencia y en la práctica de las virtudes evangélicas.
Entre las gloriosas mujeres de la Iglesia primitiva que llagaron a un alto grado de perfección cristiana, están Olimpiade, Irene, Olga, Eufrasia, Elena, Macrina.
La mujer evangelizadora de los Padres educaba a sus hijos, acompañaba a su marido en la lucha cotidiana, y en la Iglesia se ocupaba de diversos servicios asistenciales y finalmente buscaba constantemente la verdadera "filosofía cristiana".
Santa Macrina es un caso, comentado por su hermano san Gregorio de Nisa. Él nos ha dejado una breve consideración de la vida de su hermana que, renunciando a todo y caminando por una vía ascética, llegó a la completa unión espiritual con Dios. Macrina, entonces, se convierte en la madre evangelizadora para aquellas mujeres que desean practicar los consejos evangélicos, "acompañando al Señor", que las va llevando por caminos desconocidos
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