La humanidad ha mostrado su más hondo saber a través de la experiencia y de los símbolos fundantes de las grandes religiones. Ellas nos hablan no sólo de Dios o de los dioses, de los ritos y los dogmas de tipo intelectual, de las iglesias y los grupos de creyentes... En su más honda raíz, las religiones hablaron y siguen hablando del sentido y tarea del afán y gozo de ser hombres, en la forma concreta de varón y/o mujer.
Éste es el tema: descubrir y realizar el ser humanos, en su concreción histórica y en su dualidad sexual, en su búsqueda de amor y en su posible fracaso. Hemos explorado las estrellas, hemos descendido al abismo de los martes, conocemos ya casi el genoma que define nuestro origen biológico... Pero seguimos ignorando lo que implica ser hombre y mujer, como don de Dios (o de la Vida) y como exigencia de realización aventurada, gozosa, inexcusable. Sólo existe una exploración que es necesaria para todos: descubrir y gozar (realizar) nuestro propio ser humano.
De ese tema hablaron las grandes religiones antiguas (de Egipto y Mesopotamia, de México y del viejo macizo de los Andes, de Grecia e Israel). Del mismo tema tratan las antiguas y vivientes religiones del Oriente (confucionismo y taoísmo, hinduismo y budismo), lo mismo que las religiones monoteístas del tronco abrahámico (judaísmo, cristianismo, islam). De todas ellas se ocupa este libro, ofreciendo una hermosa y completa visión de la antropología sexual o, mejor dicho, dual del ser humano, entendido como varón y mujer, desde el misterio de Dios (de lo sagrado) y desde el propio quehacer del ser humano.
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