El cristianismo es una religión en la que la tradición tiene un papel fundamental: el de adaptar las instituciones religiosas a las cambiantes circunstancias de cada época. El ámbito más característico de la tradición son los concilios, asambleas de obispos y otros notables cristianos con la finalidad de consensuar tras discusiones las líneas a seguir en esa labor de adecuación. Los primeros concilios, los fechados en la época antigua, marcan la configuración del cristianismo como una religión efectivamente universal, organizada de modo operativo y dotada de un conjunto de escrituras de común referencia.
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