A lo largo de sus periplos misioneros, Pablo se encontraba en todas partes con comunidades judías, porque el imperio romano había logrado la unidad política y económica de la cuenca del Mediterráneo y la circulación de personas, de mercancias y de doctrinas no tropezaba con ningún obstáculo. El judaísmo pudo extenderse como otras muchas religiones orientales, y el cristianismo siguió los mismos caminos. Muy pronto, los cristianos señalaron la coincidencia, que creían providencial, entre la implantación de las instituciones imperiales y la aparición del cristianismo.
En este suplemento, Jean Comby y Jean-Pierre Lemonon, profesores en el Instituto Católico de Lyon, recogen y presentan una selección de textos sacados de la literatura griega y latina del siglo I. Esta antología original permite descubrir por una parte el conocimiento que los autores paganos podrías tener del judaísmo y del cristianismo naciente, y por otra parte cuál era la organización imperial que facilitaba el intercambio a través del Mediterráneo.
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