En el año 1536 apareció la primera edición de la Institución de la religión cristiana, obra de un joven francés que se había convertido a la fe evangélica. El mismo año se inició en Ginebra la reforma religiosa encabezada por el autor de aquella obra. Fuera difícil señalar dos acontecimientos, el uno de orden intelectual y literario, el otro más en el campo de la acción, que tuviesen consecuencias más trascendentes en la historia y el pensamiento cristianos. Como expresión clásica del contenido de la fe cristiana, la Institución sólo puede compararse a la Suma teológica de Santo Tomás de Aquino, obra del siglo XIII que marca aún hoy los rumbos de la teología católica romana, a La fe cristiana de Schleiermacher, que dio nuevas orientaciones a la teología protestante del siglo XIX, y a la Dogmática eclesiástica de Carlos Barth. Como movimiento de reforma, la obra de Calvino en Ginebra y sus derivaciones en toda Europa occidental, sólo puede parangonarse con la acción heroica de su gran precursor, Martín Lutero, cuando quemó la bula papal en una plaza de Witenberg.
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