Este libro es uno de los más estimados de cuantos escribió Orígenes y este solo hecho demuestra cuánto es su valor intrínseco. Ayer y hoy se ha orado y se ora en todas las regiones del globo, aun en sus mas aparatados rincones y en aquellos lugares que parecen reñidos y con la sencillez y el desinterés de la oración. En las orillas de los ríos, en las cumbres inaccesibles de las montañas, en los palacios de los reyes y de los millonarios mimados por la fortuna, en los buques de paz o de guerra que surcan los océanos, en medio del estrépito de los barrios financieros que rigen destinos políticos de la humanidad, en la humilde cabaña del pastor, se elevan a los cielos, como nubes de inciensos, las adoraciones y las plegarias de a pobre humanidad. No importa que el Ser Supremo no necesite de nuestra alabanzas; El las exige como un tributo, y los hombres encuentran en ella la satisfacción de un anhelo y la necesidad de acudir al que en sus manos tiñe los destinos de los hombres y de los pueblos. Con su mirada de águila y la autoridad que le da su propia experiencia trata esas y otras muchas cuestiones el teólogo más grande de la antigüedad cristiana, el autor más fecundo que ha conocido la literatura eclesiástica de los primeros siglos, el hombre a quien por la fuerza de sus razonamientos se le llama Admancio, según Eusebio de Cesárea.
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