Jesucristo dejó una hermosa enseñanza sobre el verdadero significado de la pobreza y de la riqueza que, posteriormente, los Padres de la Iglesia han aplicado, con sus doctrinas y ejemplos, a las necesidades del momento. La solidaridad, el compartir bienes con los que no tenían, fue una característica de los que pertenecían a la comunidad de los cristianos. La caridad social consistía en el cuidado de los "hermanos" que serían, de los enfermos, necesitados, viudas y niños huérfanos.
Entre los Padres, reformadores de la sociedad cristiana en el imperio romano-bizantino, sobresalió el predicador "Boca de oro" como se lo conocía a Juan Crisóstomo. Fue un gran orador y reformador moral y social. Los temas centrales de sus homilías eran la dignidad del hombre ante Dios y la misericordia evangélica, que es la virtud por excelencia entre las demás virtudes, pues ella nos asemeja a Dios, que se muestra misericordioso con todos los hombres, buenos y malos.
Constantemente se ocupó a favor de los necesitados y oprimidos pidiendo una mayor justicia distributiva. San Juan, llamado también "Abogado de los pobres", afirmaba que los pobres tienen derecho a la ayuda y al socorro. La esencia social del santo Evangelio es la misericordia hacia el hermano necesitado. Ella es el centro de toda solución social. Mediante una cuidadosa selección de textos, este libro pretende orientar a aquellos que están comprometidos en la acción social con los pobres.
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