"...Cuando leo el catecismo del Concilio de Trento me parece que no tengo nada en común con la religión que allí se expone. Cuando leo el Nuevo Testamento, los místicos, la liturgia, cuando veo celebrar la misa, siento con una especia de certeza que esa fe es mía, o más exactamente que sería mía sin la distancia que entre ella y yo establece mi propia imperfección. Esto crea una dolora situación espiritual. Quisiera tornarla no menos dolorosa sino más clara. Cualquier dolor es aceptable en la claridad.
"Quiero enumerar cientos pensamientos que habitan en mí desde años -al menos algunos- y que constituyen un obstáculo entre la Iglesia y yo... Le pido una respuesta definida -sin fórmulas tales como `creo yo`, etc.- sobre la compatibilidad de cada una de esas opiniones con el hecho de pertenecer a la Iglesia. Si hay incompatibilidad quisiera que me diga claramente: rehusaría el bautismo (o la absolución) a quien las opiniones contenidas en las rubricas número tal o cual. No le pido una respuesta rápida. No hay urgencia. Sólo le pido una respuesta categórica."
En los párrafos precedentes de Simone Weil está condensado el motivo y la naturaleza de esta Carta a un religioso, que no por ser breve es menos significativa del pensamiento y el sentimiento del singular espíritu que en nuestros días concita el interés de los lectores cultos en todos los idiomas en que han sudo vertidas La gravedad y ka gracia, Raíces del existir y Espera de Dios.
U15103