El lector de lengua española sacará de este libro un conocimiento rico y seguro de la Biblia, una estima sólida y razonada. Sólo rara vez el lector católico encontrará propuesta una opinión que él expresaría diversamente (p. e. "profecías no cumplidas"); o donde él haría una distinción que Albright, en su modo de tratar la cuestión, pudo con razón omitir; puesto que no se trata de un libro de exégesis, sino de un análisis que utiliza únicamente el método filológico-histórico.
El estilo original del autor tiene dos características. Uno es el afán de precisión; no se conforma con enunciar, sino matiza la certeza o probabilidad de cada enunciado; de aquí las frecuentes fórmulas "es cierto, probable, razonable, parece ser, hay que subrayar, sabemos actualmente, etc.". La segunda es una riqueza inmensa de datos y referencias que se agrupan dentro de la frase, en torno a un núcleo central; de donde los múltiples adjetivos y la pluralidad de miembros de la frase. La traducción castellana ha conservado estos dos caracteres, que, aunque hacen la lectura menos fluida, garantizan la exactitud y riqueza del original.
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