Casados ante Dios lo muestra de cuerpo entero. Leerlo es un poco como escuchar a su autor; y escucharlo en torno a uno de los problemas mas difíciles que enfrenta la sociedad contemporáneas: amor, sexo, matrimonio.
Fulton Sheen plantea de entrada una distinción fundamental: sexo no es amor, ni amor es sexo. El cuerpo merece su parte. Hasta merece un culto. Pero el hombre en su dignidad de ser racional necesita una jerarquía, es decir, una tabla de valores, una escala. Y en nuestro tiempo hay quienes la construyen de una manera, y quienes la construyen de otra. Aquí Fulton Sheen se encara con Freud y marca su disidencia fundamental con el creador del psicoanálisis, usando de una fórmula lapidaria: "El freudismo", dice, "interpreta al hombre en términos de sexo; el cristianismo interpreta al sexo en términos de hombre."
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