Algunas afirmaciones de este libro aparecerán audaces, escandalosas... pero responden a lo que ya fermenta en el mundo. La lucha por la justicia no es lucha por estructuras sino por el hombre. El sacerdote debe ser un "revolucionario" -como Cristo- sin ser político. Nadie tiene derecho a ser "revolucionario" si no encarna en sí mismo los valores que pretenden aportar al mundo. Creo que el sacerdocio femenino no consiste en el logro de la mujer sacerdote, sino en la realización de la pareja sacerdotal. Me preocupa este Sinodo: puede frenar y endurecer el proceso: La postura de Suennens entraña valentía personal y libertad evangélica.
U14978