No vivimos bajo la garra fatal de la globalización sino bajo el yugo de un régimen político único y planetario, no reconocido: el ultraliberalismo, que rige la globalización y la explota en detrimento de las grandes mayorías. Esta dictadura sin dictador no aspira a tomar el poder sino a dirigir a quienes lo ejercen.
Viviane Forrester demuestra que no es la economía la que rige la política, sino que esta política de vocación totalitaria destruye la economía en beneficio de la especulación. En beneficio exclusivo de la ganancia, que se ha vuelto incompatible con el empleo. En aras de ella se sacrifican la salud pública y la educación, ambas vinculadas con la civilización. Sus propagandistas elogian los fondos de pensión, fuentes de despidos en masa, que llevan a los asalariados a auspiciar su propia desocupación; cantan loas a Estados Unidos por eliminar el desempleo, cuando en realidad lo han reemplazado por la pobreza.
Podemos resistir esta extraña dictadura que que margina a sectores crecientes y al mismo tiempo conserva - en ello reside la trampa y también nuestra oportunidad - las formas democráticas.
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