El apóstol Pablo nos anuncia que es el propósito de Dios reunir todas las cosas bajo la soberanía de su Hijo, Jesucristo. Este objetivo, que es la meta de la Historia, encuentra particular expresión en la unidad de la Iglesia, primicia y modelo de unidad final. Dos temas, por lo tanto, de fundamental interés y actualidad para el quehacer teológico: tales los que se discuten detalladamente en este libro. Partiendo del concepto bíblico de anaquefalaíosis, e investigando sus relaciones con las imágenes de "cuerpo", "tiempo" y "esposa", el autor nos invita a seguirlo en un cuidadoso itinerario analítico a fin de tomar posesión plena del mensaje neotestamentario en uno de los aspectos sobresalientes.
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