Repetidas veces, las iglesias simplemente han querido destacar las consecuencias éticamente inaceptables de las decisiones tomadas por las instituciones económicas mundiales, dando margen para que dichas instituciones definan políticas alternativas que no lleven a consecuencias tan negativas, especialmente para los pobres. Pero esto muchas veces no es suficiente, más aún cuando todos los que abogan por los puntos de vista ideológicos prevalecientes en los debates mundiales sostienen que su propuesta particular es la única solución posible, y que la humanidad y los mismos pobres son los que deben someterse a la lógica férrea de predeterminadas e incuestionables "leyes económicas". Por esta razón las iglesias deben investigar más detalladamente los problemas que han descubierto en el sistema financiero internacional, e informarse sobre lo que se debate.
En la tarea de ayudar a las iglesias a ver qué alternativas pueden darse dentro de los sistemas existentes, y qué valores están en juego según sean las opciones tomadas, un pequeño grupo de economistas y moralistas fueron convocados a una reunión en noviembre de 1984, auspiciada por la Comisión para la Participación de las Iglesias en el Desarrollo (CCPD) del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y su Grupo Asesor sobre asuntos económicos. Aquí está el resultado de esa reunión.
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