El "tumulto" ha sido siempre, en nuestra historia real, manifestación de la democracia popular criolla. Desde la mirada del intelectual académico, se la consideró, sin más, irracional, desestructurada, plebeya e imposible de percibir y sistematizar. La lógica del dominador, eclesiástico o civil, nunca pudo con ella.
A partir de 1945, el sujeto histórico del tumulto pasa a ser el "cabecita negra". Los nombres del desprecio marcan una secreta continuidad histórica censurada que en este libro toma la palabra: gauderías, tupamaros, vándalos, montoneros, gaucho, chusma, orillero, cabecitas negras, descamisados. La lista de la discriminación y la mentira es infinita.
Pero esos sujetos históricos, que en épocas de desprecio y desolación, son como un rezongo de tenaz resistencia, a veces toman la palabra. Su tumultuosa voz no pontifica desde la retórica como razón explicativa y meramente repetitiva, sino desde la creación "en acto", o sea, desde una poética. Eso es lo que vamos a disfrutar: la revolución como gran acto poético, como canto coral, como solidaridad, como amistad y alegría de ser. A esa otra lógica se refirió la Presidenta de los Argentinos ante los que se escandalizaban por los tumultos del pueblo en el sepelio de su marido y compañero: "Somos peronistas, siempre estamos en medio del tumulto. No vamos a cambiar justo ahora."
Por primera vez, se estudia la poética implícita en dos textos casi desconocidos. El discurso que Juan Domingo Perón catequiza a los obispos; y Juan Moreno, el gran poema gauchipolítico de la resistencia peronista escrito y publicado en Rosario en 1964. Su autor fue secuestrado y asesinado por la Triple A.
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