Me puse a escribir un libro sobre "El Más Grande Sermón que se Haya Predicado" - El Sermón de la Montaña - pero no fui más allá de las ocho Bienaventuranzas. Mientras más leía, meditaba y estudiaba, mejor comprendía que Cristo nos dio en ellas una fórmula para alcanzar la felicidad personal aplicable a todos, sin distingos raciales, geográficos o circunstanciales.
Al dar forma escrita estos pensamientos, decidí consultar con otros escritores y me sorprendí al descubrir cuán poco se ha escrito sobre las Bienaventuranzas. La mayoría de los comentarios bíblicos no les dedicaban mucho espacio; no obstante, en estas pocas sentencias de Cristo se encuentra toda la altura y profundidad de sus doctrinas. ¡Las Bienaventuranzas son revolucionarias y sorprendentes, muy profundas y sin embargo, admirablemente sencillas! Si se aplicaran globalmente, podrían transformar el mundo en que vivimos. Si apropiamos estas sencillas fórmulas a nuestra vida, jamás seremos los mismos.
Diez mil páginas no serían suficientes para agotar el significado de estas extraordinarias afirmaciones del Maestro; yo únicamente he hurgado por las cumbres. Aunque en un sentido las Bienaventuranzas sean redundantes, Jesús a toda costa quería recalcar una verdad: ¡la felicidad en esta vida... y la venidera!
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