En la actualidad, ya no es posible ignorar las implicaciones directamente teológicas de la reflexión sobre la economía. Y es que la economía es, en realidad, un sistema de creencias, una "religión económica".
Esta obra se ocupa del hoy nuevamente central tema de la idolatría, a la vez que analiza los límites de una ética preocupada casi exclusivamente de la intencionalidad subjetiva, o sea, de las rectas intenciones de los individuos.
A partir de la cuestión del pago de la deuda externa, el autor revela las "estructuras perversas" de una pretendida "racionalidad económica" que no responde al derecho a la vida ni a la alegría de vivir la mayoría de los hombres y mujeres de América Latina.
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