Considero como un privilegio especialísimo el haber podido traer por primera vez a América Latina la ideología dialéctica dentro de la teología evangélica y espero que servirá de aliciente para examinar su posición ante las Sagradas Escrituras y la persona de Jesucristo. Sea como fuere, he tenido la profunda satisfacción de verme escuchado durante varias semanas por un auditorio, más que atento, ávido por conocer el pensamiento dialéctico, y ello será uno de los mejores recuerdos de mi vida docente.
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