Pero la lucha por la paz tiene sentido y contenidos concretos; así: "luchar por la paz es denunciar proféticamente la acción de los poderes que destruye la vida", según las palabras del obispo Rodríguez Aço, de Brasil, que nos recuerda este trabajo. "Una cosa está clara - nos dice el autor -: Dios no respalda los proyectos de la muerte. El no es neutral nunca." Y tampoco es neutral el pastor Etchegoyen cuando nos trae palabras del presiente Daniel Ortega, al afirmar: "Si hablamos de democracia también hablamos de derechos humanos. Ellos son el corazón de ella. Queremos que el eje de la democracia en Centroamérica sean los derechos humanos." O cuando nos cita palabras del doctor Mortimer Arias, expresando: "Deberíamos recordar que 'pacificadores' significa literalmente 'hacedores de la paz'. Somos llamados a ser constructores y no solamente soñadores de la paz."
En consecuencia, estamos ante un enfoque diferente de una problemática que a todos nos compromete: no se trata de una visión puramente espiritual ni de un enfoque estrictamente material. Es, por el contrario, una conjunción de fe y de las acciones concretas de los hombres que, como sujetos históricos insoslayables, luchan diariamente por el logro de una vida más justa, en dignidad, en paz y con plena vigencia de los derechos humanos.
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