Juan Pablo II es el maestro de la fe que se acercó a su gente para compartir un camino y una esperanza.
Se elevó su voz por la justicia, por la paz, por los más necesitados. Marcó pautas para una nueva evangelización que si nosotros, iglesia, somos capaces de leer, interpretar y poner en práctica, podremos llevar a la realidad con mejor éxito que el que tiene algunas poco felices intervenciones de la actualidad.
La presencia del Papa en América Latina es un testimonio. Este, nuestro llamado continente de la esperanza, es la cuna de una nueva civilización y aunque el parto sea difícil, la cuna ya está esperando.
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