El primer objetivo de un comentario del Apocalipsis debe ser el de recrear en los lectores modernos una vivencia lo más equivalente posible a la vivencia de los primeros receptores del libro. La tarea consiste en recuperar el fluir de su desarrollo dramático, el suspenso de su trama, la fragancia de su incienso, la música de sus trompetas, arpas y cataratas sonoras. Es una comunicación más intuitiva que deductiva o racionalista, lo cual requiere del comentarista una sensibilidad especial a la fuerza estética del texto.
Aún cuando los códigos del Apocalipsis eran seguramente comprensibles para las comunidades creyentes de Asia Menor, hay que reconocer que tienen una complejidad particular. Eso se dificulta aún más con el paso de casi los milenios, y de manera particular en el caso de este libro de las Escrituras. Estudiar el trasfondo histórico, las claves hermenéuticas y el mensaje del Apocalipsis es un trabajo para toda una vida.
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