Encontramos hoy en nuestro medio, grupos socialmente antagónicos que forman parte de la misma comunidad litúrgica. La unidad ideal en la que el conflicto, por principio, no puede tener lugar, ¿es válida aquí? La tensión de intereses se nos presenta aquí como una realidad de facto que no puede obviarse por razones dogmáticas. Quizás lo negativo no sea la realidad del conflicto, sino el habernos forjado una idea demasiado ideal de la unidad. Aunque muchas veces a lo largo de la historia de la iglesia los ejes de tensión nos presentan como problemas doctrinales, en el fondo estas tensiones tienen que ver con la relación de la iglesia con la sociedad de la que forma parte.. Calificar toda tensión como herejía o enfermedad, es asumir de antemano un cierto marco de referencia, condicionado socialmente y sacralizarlo. ¿Qué alternativas tenemos?
En "Conflicto y Unidad en la Iglesia" el Dr. Míguez Bonino aborda este tema con la claridad y precisión siempre ha caracterizado sus escritos.
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