La solidaridad, mucho antes de ser justificada en una reflexión teológica, ha sido praxis cristiana, vida de amor fundamentada en la fe y la esperanza. Ha sido solidaridad real con de comunidades cristianas extendidas por todo el mundo, de religiosos y religiosas, de sacerdotes, y de Obispos de todas las iglesias. De esta praxis cristiana, especialmente de los pobres, aunque no únicamente, tenemos que dar razón en la reflexión teológica, viendo a la vez su consistencia con el Espíritu, que se manifiesta tanto en las Escrituras como en el fuego que incendia continuamente a las comunidades eclesiales y a la historia de las hombres.
U14219