En las meditaciones sobre la Oración Dominical, desarrolladas en esta obra, seguimos el orden enunciado. Corresponde éste a las tres etapas clásicas de la progresión espiritual: purificación, iluminación y unión. A cada una de ellas, a su vez, corresponde una forma especial de oración: petición, meditación, adoración. "Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros personamos a nuestros deudores, no nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal". He aquí toda la vía purgativa. La iluminación se solicita cuando se pide "el pan nuestro de cada día", La obtenemos por medio de los sacramentos, expresión visible de una gracia invisible, en la meditación y en el recogimiento. Todo lo demás, cuando llega a ser una realidad, representa ya el beatífico estado de unión. "Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra", nos abre la puerta de la santidad. Una vez adentro, podremos decir: "Padre Nuestro, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino".
Julio Navarro Monzó.
U14202