El interés de las opiniones científicas modernas que se citan en esta serie, consiste en que ellas demuestran cómo, dentro del mutuo respeto de sus respectivos dominios, el método científicos y la experiencia religiosa pueden complementarse en la comprensión de la realidad; cómo la ciencia que, cual la contemporánea, ha abandonado la posición materialista, puede tener verdaderos presentimientos de la existencia de esa Mente y Potencia suprema que las religiones llaman Dios; sobre todo, demuestran rotundamente - y en eso estriba quizá su principal valor - que una vasta cultura científica es perfectamente compatible, en el mismo individuo, con una profunda religiosidad. Después de leer estas opiniones tan relevantes de hombres de ciencia, no podrá evitarse, cuanto menos, la lógica conclusión de que es un absurdo asegurar, como muchos que hablan al golpe de vista, que el sentimiento religioso es un simple atributo de la ignorancia y la superstición.
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