Los Salmos nos son como un áncora firmísima para tenernos siempre en la unidad de la fe y del Espíritu de Dios y no ser apartados de la unión de su Iglesia con las muchas sectas y errores que hay por el mundo. Porque en ellos se nos enseña a vivir en temor y en esperanza todo tiempo. Señal es de ser miembro de la Iglesia el sentir alivio y consuelo de conciencia en los trabajos espirituales por la meditación de los Salmos. Porque así como los miembros de ella son los afligidos por ser de Cristo, así solo ellos son partícipes de tal consolación. Cierto, no ha aprovechado poco en el conocimiento y amor de la piedad cristiana el que se deleita y recrea con la meditación de los Salmos y, en aflicción o en prosperidad, se siente tocado de afectos semejantes a los de los santo que hay escritos en ellos.
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