Basta recordar que este pequeño testimonio que Plácido da de monseñor Romero se agiganta ante el reconocimiento oficial y explícito de la Dirección Revolucionaria Unificada, organismo que aglutina a toda la vanguardia político-militar que en este momento dirige y hace realidad el proceso de liberación en El Salvador, por el que monseñor Romero tanto soñó y deseó y que es la máxima expresión de los más caros intereses del pueblo salvadoreño.
Dios quiera que la sangre de tantos mártires salvadoreños, como la de monseñor Romero, pronto den su fruto; y que todos los salvadoreños gozosos compartamos la libertad, la justicia, la paz y la mesa común por la que monseñor Romero se nos anticipó en la posesión del Reino.
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