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La investigadora rosarina de 34 años, María Ángeles Guraya, licenciada en Nutrición y profesora de la Universidad del Centro Educativo Latinoamericano (UCEL) llevó adelante una investigación mediante la cual se detectó la existencia de residuos plásticos en la sal fina marina que habitualmente consumimos.
El estudio evaluó la presencia y la concentración de microplásticos en distintas marcas comerciales de sal marina fina en la ciudad de Rosario. “En las tres marcas que analizamos detectamos microplásticos. En el 44% de las muestras encontramos entre 0,005 y 0,02 microplásticos por gramo de sal marina. Dicho de otra forma, esto representa entre 5 y 20 micropartículas de plástico por kilo de sal marina”, explicó la Lic. Guraya, quien realizó dicho estudio en el marco del Máster Internacional en Tecnología de Alimentos (MITA; Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA)-Universidad de Parma, Italia).
OCHO MILLONES DE TONELADAS DE PLÁSTICO ARROJADAS A LOS MARES
Esta tesis, llevada adelante íntegramente en el laboratorio de Investigación de UCEL bajo la dirección de la docente Mg María Nieves Andrín, evidenció el alto nivel de contaminación por plástico presente en los alimentos que se consumen en la Argentina. En este Sentido, la Lic. María Ángeles Guraya, indicó: “Cada año, unas ocho millones de toneladas de plásticos terminan en los mares, y por la acción de los rayos solares, las olas y las temperaturas, principalmente, se fragmentan en pedazos pequeños. Las partículas de microplásticos que quedan en el agua alteran los ecosistemas marinos e, incluso, podrían afectar la salud humana al ingerir productos alimentarios que provienen del mar. Un ejemplo es la sal marina que se obtiene a partir de la evaporación del agua de mar”.
Los resultados de la investigación ponen en evidencia el vacío existente en la normativa vigente en relación a la protección de la salud de los consumidores y para Guraya: “Hay que seguir investigando el problema. En otros estudios en sales marinas se encontraron concentraciones aún mayores que las de mi trabajo. La cantidad de microplásticos aumenta si tenemos en cuenta que otros alimentos de origen marino también pueden contener microplásticos, como los mariscos y los pescados”. Señaló además, que a nivel global no existen normas que regulen la presencia de microplásticos en los alimentos. “El Código Alimentario Argentino determina qué requisitos deben cumplir los alimentos. Si un elemento no está incluido en sus artículos, se lo debe considerar prohibido. Como el código no menciona microplásticos, no se deberían permitir residuos plásticos ni en las sales marinas ni en ningún otro alimento”.
“Por el momento existen pocas certezas sobre los efectos de los microplásticos en la salud humana”, afirmó María Ángeles, y añadió que no se conoce en profundidad cómo actúan y se acumulan en el cuerpo, ni qué otros problemas pueden traer asociados. “La problemática relacionada con la industria plástica es relativamente nueva. Desde la mitad del siglo pasado, el material se difundió a la producción y el consumo, y aumentó su presencia en nuestras vidas”.
La Lic Guaraya es graduada de UCEL, donde actualmente ejerce la docencia e integra un grupo de investigación en virtud de haber obtenido una beca cofinanciada CONICET-UCEL para la realización del Doctorado en Ciencia y Tecnología de los Alimentos.
El hallazgo de María Ángeles Guraya, su impacto en el mundo científico y la amplia repercusión en medios periodísticos nacionales e internacionales, constituyen un verdadero orgullo para la comunidad educativa de UCEL, al mismo tiempo que reafirman la convicción de que el camino del desarrollo y el conocimiento, contribuirán a construir una mejor sociedad para todos.
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