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Una reflexión, desde la visión cristiana, por el Día Internacional de la Mujer

Por la Rev. Inés Simeone (2013), Ex - Presidenta de la Iglesia Metodista en el Uruguay (IMU). Por la Rev. Inés Simeone (2013), Ex - Presidenta de la Iglesia Metodista en el Uruguay (IMU).

“Cuando romantizamos el día internacional de la mujeres, minimizamos e ignoramos la lucha de estas y muchas otras líderes en la sociedad que tiene más de dos siglos de expresión en las esferas públicas… No buscamos culpables: buscamos caminos de cambio. A su vez, necesitamos más personas, varones y mujeres de buena voluntad, que se comprometan con esta lucha…” (Fragmento del texto “El ocho de Marzo – No Romantizar” de la pastora Judith Van Osdol)

No hay duda que en los últimos milenios, las mujeres han sido objeto de dominación, control, violencia y muerte. La historiografía, la literatura e historias orales recientes comprueban esta afirmación.

Si buscamos informaciones de la historiografía más antigua encontramos que en la sociedad griega el tema de las mujeres era algo relacionado con la “domesticación”.  “Las parthénoi, muchachas que serán en el futuro esposas y madres de futuros ciudadanos, son jóvenes por domar, y el casamiento es la última etapa de su domesticación...” (Historia de las mujeres – la Antigüedad – George Duby y Michelle Perrot)

En tiempos históricos más cercanos, en Europa Medieval, la comparación con el caballo (animal muy valorado) era rutinario. “Al buen y al mal caballo, las espuelas; a la buena y a la mala mujer, un señor, y a veces los palos...” (Del Libreo di buoni costumi, 209 – Paulo de Certaldo – sobre la Edad Media)

Si nos detenemos en informaciones de este siglo 21, estadísticas, reportajes, denuncias, etc., podemos ver que lamentablemente muchas mujeres, en muchos lugares del mundo posmoderno, siguen siendo víctimas de esas situaciones.

Según el escritor (…) Eduardo Galeano, en su obra Patas arriba – la Escuela del mundo al revés:

“En los países del sur del mundo, una de cada tres mujeres casadas, recibe palizas, como parte de la rutina conyugal, en castigo por lo que ha hecho o por lo que podría hacer:

-Estamos dormidas– dice una obrera del barrio Casavalle de Montevideo. Algún príncipe te besa y te duerme. Cuando te despertás, el príncipe te aporrea... y otra: - Yo tengo el miedo de mi madre, y mi madre tuvo el miedo de mi abuela.

Evidentemente la tradición y la cultura han “educado” para “justificar” cualquier violencia que se cometa contra las mujeres. Desde tiempos muy lejanos los hombres se han sentido autorizados a dominar, maltratar y hasta matar a cualquier mujer que se atreviera a contradecirlos, desobedecerlos, enfrentarlos, y seguramente muchas mujeres se han sentido “obligadas” a aceptar esta situación como algo natural.

“Por algo fueron mujeres las víctimas de las cacerías de brujas, y no sólo en los tiempos de la Inquisición. Endemoniadas...sólo la posesión de Satán podía explicar tanto fuego prohibido, que por el fuego era castigado. Mandaba Dios que fueran quemadas vivas las pecadoras que ardían.”

Por supuesto que todo esto nos mueve y remueve, nos in-digna y nos hace pensar que a pesar de formar parte del lado occidental cristiano del planeta tierra, muy poco se ha practicado de las enseñanzas de Cristo.

Jesucristo, su vida, su mensaje, su ejemplo muestra que la vida abundante es para todos – hombres, mujeres, niños y niñas, grupos excluidos y marginados de la sociedad. Eso fue una propuesta – y proyecto – revolucionario para aquel momento. En un tiempo en que la mujer no era contada, ni escuchada, ni considerada Él las contó, las escuchó y las consideró... y hubo discípulas (que no fueron contadas), y voces (que no fueron registradas) y presencias (no consideradas)... Y las llenó de esperanza, coraje y fuerza.

Y fue esto lo que nos fue legado, a los cristianos y cristianas.  Lamentablemente debemos reconocer que hubo terribles experiencias y ejemplos “cristianos” a través de la historia dominadora, castradora y violenta de los “Padres” de la Iglesia, de los Inquisidores, de los Conquistadores… que perseguían, dominaban, mataban en el nombre de Dios.

Cuenta la autora Elaine Pagels en su libro Adán, Eva y la Serpiente como se dio el proceso de interpretación de la creación (Génesis 1-3) durante los primeros siglos. La autora afirma que los primeros cristianos y cristianas comprendían la creación como una historia de la libertad humana -incluyendo hombres y mujeres. Con San Agustín (en el siglo IV), a partir de su interpretación del pecado original -donde para él Adán y Eva cambiaron la estructura del Universo, corrompiendo para siempre la naturaleza humana- Eva pasó a ser la gran responsable.

El pensamiento de San Agustín fue “absorbido” por gran parte de la Iglesia, transformándose a través de los tiempos como algo “natural”, intocable, incuestionable, justificando así muchas de las actitudes de violencia cometidas contra las mujeres.

Los textos a continuación son un ejemplo de cómo esto se fue construyendo:

“Las mujeres son gobernadas por su sexo. La muerte, el sufrimiento, el trabajo entraron al mundo a través de ellas...estas son verdades afirmadas por las Escrituras y por la tradición de los Padres de la Iglesia. Por eso, controlar o castigar a las mujeres, su cuerpo y su sexualidad desconcertante o peligrosa, es tarea de los hombres.” (de Public man, private women – Jean B. Elshtain- sobre la Edad Media).

“Eva, es el primer modelo femenino que “reúne todos los individuos” de su sexo. Suma los elementos negativos y conduce a Adán a la desobediencia. Ella personifica la tentación, la seducción, la desobediencia, la “puerta del diablo”. (Historia de las mujeres del Occidente – George Duby y Michelle Perrot)

“Este sexo envenenó a nuestro primer padre, que era también su marido y padre, estranguló a Juan el Bautista, le entregó al valiente Sansón a la muerte. De cierta forma, también mató al Salvador, porque, si su desobediencia no lo hubiese exigido, nuestro Salvador no hubiese tenido que morir. Sexo desgraciado en el que no hay ni temor, ni bondad, ni amistad y que es más temido cuando amado que cuando odiado.” (Godofredo de Vandoma, PL 157, col. 168 – año 1105 d.C)

“...la mujer es pecadora y, por esencia, de la carne. La Salvación para ella no viene sino por el arrepentimiento y por la penitencia, en el castigo de esta carne culpable...”  (Historia de las mujeres del Occidente – George Duby y Michelle Perrot)

Podríamos encontrar muchísimos documentos y relatos que ayudan a entender los trayectos del pasado y evidentemente así comprender mejor el presente. Y es entendiendo el presente que podemos mirar para el futuro y proyectar transformaciones que cambien radicalmente la situación de violencia en que viven muchas mujeres hoy.

No hay duda que a través del cristianismo también se justificó la dominación, la discriminación, el mal trato y la violencia hacia las mujeres. Debemos, como grupos cristianos herederos de toda esa historia, reconocer estas faltas y volver hacia el mensaje original de Jesús y la práctica de las primeras comunidades.

Siguiendo el Evangelio, que nos anima y nos da vida, debemos sentirnos desafiadas y desafiados a construir – juntos, mujeres y hombres – espacios sin opresión y violencia, espacios de verdadera vida plena.

Y es desde esta perspectiva, de creer posible la construcción de espacios de vida, que invitamos a la reflexión en este 8 de marzo.

Es importante recordar que a pesar de toda la dominación y violencia sufrida por las mujeres en los últimos milenios las inúmeras resistencias y luchas asumidas por ellas (la mayoría anónima) fue abriendo caminos y ofreciendo oportunidades para cambios sustanciales en las relaciones de género.

No podemos olvidar que la fecha 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer se funda en el incendio de 129 obreras en una industria textil de Nueva York, el 8 de marzo de 1857. El motivo de este violento hecho fue la huelga de las mujeres que pedían una disminución en la jornada de trabajo y equidad en lo salarial. Sus patrones se sintieron amenazados por el hecho y la organización, por lo tanto trancaron al as mujeres adentro de la fábrica y las quemaron vivas.

Este hecho no fue el único motivo para marcar el 08 de marzo como día Internacional de la Mujer. Según las investigadoras italianas, Tilde Capomazza e María Ombra, " No fue este el único hecho o un único día del lucha que justifica el Día Internacional de la Mujer. Fueron innumerables luchas enfrentadas a lo largo de muchos años de historia."

Entre las luchas que movieron a las mujeres y provocaron un movimiento mundial están:

-la propuesta de Julia Hard (Estados Unidos) por un día internacional como testimonio del pacifismo de las mujeres;

-la lucha por el voto femenino: en Stuttgart, 1907, Clara Zetkin logró que se aprobara, en las resoluciones del congreso;

-el levante de las 20 mil: en 1909, en Nueva York, hubo una huelga de modistas, que se mantuvo hasta febrero de 1910. En ese año, el Día de la Mujer se celebró el 27 de febrero y las huelguistas se unieron a las socialistas y sufragistas en una verdadera multitud, que consolidaba el Día de la Mujer (en USA) en el último domingo de febrero;

-Día Internacional de las obreras, celebrado en marzo de 1913 en Petersburgo, Rusia. Hubo represión policial y, al año siguiente, la manifestación no se pudo realizar;

-Levante de las mujeres en febrero de 1917. Obreras y campesinas rusas hambrientas fueron a las calles para exigir pan para sus hijos e hijas y el retorno de sus maridos de las trincheras de guerra. (Fuente: Texto de Renate Gierus, pastora de la Iglesia Evangélica de Confesión Luterana en Brasil)

En este Día Internacional de la Mujeres, comprometámonos a buscar caminos de cambio, superar la violencia y participar en un movimiento global que busque defender y dignificar a cada persona creada en la imagen y semejanza de Dios.

Desde la Iglesia Metodista afirmamos que este es un momento oportuno para reflexionar sobre cómo ha sido nuestra vida de mujeres, para conversar con nuestras amigas y compañeras sobre las luchas que nos unen, para el diálogo con nuestros hermanos, hijos, compañeros, padres, maridos, amigos sobre todo lo que podemos construir- en unidad - para superar las dificultades que todavía tenemos que enfrentar, para celebrar las victorias que construimos juntas y juntos.  Y hacemos esto desde nuestra fe.

Hoy, le damos gracias a Dios por:

-Las reacciones y resistencias de las mujeres a través de los tiempos.

-Las reacciones y resistencias a las órdenes de jefes absolutos.

-Reacciones y resistencias a la costumbre muy antigua de obedecer sin cuestionar.

-Las reacciones y resistencias a las costumbres arraigadas, a las dominaciones, a los abusos, a la muerte por violencia a cuenta gotas.

Debemos agradecer por la vida de todas esas mujeres (con nombre y sin nombre) que abrieron caminos para lo que somos hoy.  Al mismo tiempo que agradecemos debemos lanzar nuestra mirada hacia el momento histórico en el cual vivimos y preguntarnos:

¿Cuál es la situación de las mujeres y sus familias hoy? 

¿Cómo se dan las relaciones de género en nuestra sociedad, sus instituciones y movimientos?

¿Cómo participamos las mujeres en los procesos de construcción de la armonía de las relaciones?

¿Cómo participamos las mujeres en la educación que lleva a relaciones de género justas– junto con nuestros compañeros?

¿Estamos conscientes y organizadas?

¿Hay reacciones y resistencias?

¡Que el Dios de la vida nos siga bendiciendo para que la Vida abundante sea para mujeres y hombres, niñas y niños, jóvenes, ancianos y ancianas!

¡Que el Dios de la vida nos de visión para ver las injusticias, diferencias, violencias, discriminaciones que viven muchas mujeres hoy y nos de sabiduría y unidad para organizarnos y cambiar esa realidad!

¡Tenemos el compromiso de anunciar y defender la vida!

 

Rev. Inés Simeone

Ex - Presidenta de la Iglesia Metodista en el Uruguay (IMU)

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