Pastor anglicano de quién tomamos nuestro nombre, es considerado el iniciador del movimiento metodista, quien junto con su hermano Carlos, Jorge Whitefield y otros, organizó en la Universidad de Oxford, una comunidad conocida como el Club Santo. En 1738, Wesley tuvo una profunda experiencia religiosa personal que dejó su impronta en el futuro del movimiento, uniendo la fe con la razón, el sentimiento religioso con el rigor del pensamiento, el testimonio de la fe con el diálogo académico necesariamente abierto para una acción común en la sociedad. De esta manera, con una amplia visión ecuménica y de apertura, los metodistas (llamados así por su rigurosidad metódica) procuraron responder a los dilemas, oportunidades y desafíos de la nueva sociedad industrial que se anunciaba en su siglo.
La Iglesia Metodista no existió como tal, en Inglaterra, sino hasta después de la muerte de Wesley; sin embargo se organizó con su autorización en los Estados Unidos tras la Guerra de Independencia. En 1836, se estableció la primera Iglesia Metodista en Argentina y en América Latina, Su interés por la educación se puso de manifiesto con la creación en 1875, del hoy Centro Educativo Latinoamericano de Rosario, el más antiguo colegio evangélico de América del Sur, en cuyo seno fue creada la Universidad en 1992. En esta larga tradición, la Universidad se reconoce como una comunidad confesante dispuesta a comunicar su fe y visión de la realidad, en el marco de la experiencia humana común. Este propósito encuadra la creación del Instituto Wesley en el año 2009, como un espacio abierto, crítico, dialógico y problematizador; para compartir nuestras creencias y comprensión de la realidad con otras visiones de una sociedad secular y pluralista, que permita una corrección y enriquecimiento mutuo. Queremos mantener así el espíritu de apertura hacia el mundo y la sociedad, que animó al movimiento metodista desde sus orígenes, tal como afirmó Juan Wesley en referencia a su ministerio, al decir: "El mundo es mi parroquia".

• La reflexión sobre el texto bíblico y su estudio histórico y crítico.
• La reflexión teológica y el estudio de sus diferentes tradiciones.
• El estudio del desarrollo histórico de la tradición judeocristiana, del cristianismo occidental en general, y de la Reforma protestante y el movimiento wesleyano en particular.
• El estudio del fenómeno religioso como parte de la experiencia humana común y la pluralidad de sus manifestaciones.
• La consideración de problemáticas culturales contemporáneas: ciencia, tecnología, educación, comunicación, ética, derecho, economía, equidad.